Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su
seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
- «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el
fruto de tu vientre!. ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?. Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Dichosa tú por haber creído que se cumplirá lo que te fue
anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces:- «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!.