La Enseñanza Religiosa Escolar en E. Infantil y Primaria

domingo, 30 de julio de 2017

Para Dios nadie está perdido

Leemos el capítulo 15 de Lucas, que empieza exponiendo el contexto en que se desarrollan las tres parábolas: la oveja, la moneda y el hijo perdidos. Todos los publicanos y pecadores se acercaban a él. Los fariseos y letrados critican a Jesús por esto. Las parábolas son una respuesta de Jesús a esas murmuraciones. Los fariseos tenían una idea equivocada de Dios. Pensaban acercarse a Él a través del cumplimiento de la Ley. Tantas veces se nos ha inculcado la obligación de buscar a Dios por ese camino, que nos quedamos con el culo al aire cuando el evangelio nos dice que es Él el que nos está buscando siempre. No se trata aquí de la conversión del pecador, sino de la bondad absoluta de Dios para con todos.

Los fariseos y letrados (los buenos) se acercaban a Jesús también, pero para espiarle y condenarle. No podían concebir que un representante de Dios pudiera mezclarse con los “malditos”. El Dios de Jesús está radicalmente en contra del sentir de los fariseos. Toda la religiosidad que nace de esta concepción equivocada de Dios es también equivocada.

Las parábolas no necesitan explicación alguna, pero exigen implicación, es decir,que nos dejemos empapar por su mensaje. El dios que nos hemos fabricado a nuestra imagen y semejanza tiene que saltar por los aires. Atreverse a romper una y otra vez el ídolo es la tarea más complicada de toda religión, porque ese ídolo es fruto de nuestros intereses egoístas que pretenden manipular a la divinidad. El Dios de Jesús se identifica con cada una de sus criaturas haciéndolas participes de todo lo que él es. No somos nosotros los que tenemos que “convertirnos” a Dios, porque Él está siempre vuelto hacia cada uno de nosotros. No puede esperar nada de nosotros, pero nosotros, todo lo recibimos de Él.

Las tres parábolas que hemos leído, van en la misma dirección. No sólo nos invitan a la confianza en un Dios que nos busca con amor sino que trastocan radicalmente la idea de Dios, la idea de pecador y la idea de justo. Después de veinte siglos, seguimos teniendo la misma dificultad a la hora de cambiar nuestro concepto de Dios. Seguimos pensándolo como el que premia y castiga.

En los conceptos religiosos de la época, Jesús no pudo expresar toda su experiencia de Dios. Pero, si estamos atentos, podemos descubrir en su mensaje, rasgos definitivos del verdadero Dios. El Dios de Jesús es, sobre todo, Abba; es decir, padre y madre que se entrega incondicionalmente a sus criaturas. Es amor, misericordia y compasión. Nada del ser poderoso que espera de nosotros vasallaje. Nada del juez que analiza con meticulosidad nuestras acciones. Nada del impasible que defiende su gloria por encima de todo. Las tres parábolas insisten en la búsqueda, por su parte, del hombre, aunque se haya extraviado.

Hoy podemos apuntar a Dios con mucha más precisión que lo que fueron capaces de expresar los evangelios, porque tenemos mejor conocimiento del hombre y del mundo. Hoy sabemos que Dios no es un ser, ni siquiera el más sublime de todos los seres. Lo que Dios es, lo ha dejado plasmado en cada una de sus criaturas. Dios no puede ser aislado de la creación. No es ni cada criatura ni el conjunto de lo creado; pero tampoco es algo al margen, que se encuentra en alguna parte fuera de la creación. El concepto de creación que hemos manejado hasta la fecha debemos superarlo. Dios no “hizo” el mundo en un momento determinado. La creación es la manifestación de Dios que no exige un principio temporal.

El Dios de Jesús es don absoluto y total. No un don como posibilidad, sino un don efectivo y ya realizado, porque es la base y fundamento de todo lo que somos. Al decir que es Amor (ágape) estamos diciendo que ya se ha dado totalmente, y que no le queda nada por dar. Jesús no vino a salvar, sino a decirnos que estamos salvados. Un lenguaje sobre Dios que suponga expectativas sobre lo que Dios puede darme o no darme, no tiene sentido.

Si somos capaces de entrar en esta comprensión de Dios, cambiará también nuestra idea de “buenos” y “malos”. La actitud de Dios no puede ser diferente para cada uno de nosotros, porque es anterior a lo que cada uno es o pueda llegar a ser. El Dios que premia a los buenos y castiga a los malos, es una aberración incompatible que el espíritu de Jesús. Dios no nos ama porque somos buenos, al contrario, somos “buenos” porque hemos descubierto lo que hay de Dios (Amor) en nosotros. Somos “malos” porque no hemos descubierto a Dios.

Alguno puede pensar que aceptar la misericordia de Dios, invita a escapar de la responsabilidad personal. Si Dios me va a amar lo mismo siendo bueno que siendo malo, no merece la pena esforzarse. Esta reflexión, muy corriente entre nosotros, indica que no hemos entendido nada del evangelio. Nada más contrario a la predicación de Jesús. La misericordia de Dios es gratuita, eterna e infinita, pero no puede afectarme hasta que yo no la acepte y la haga mía. Creer que puedo acogerme a la misericordia sin responder a su búsqueda, es entender la relación con Dios de una manera mecánica, jurídica y externa. Al contrario, la actitud de Dios para conmigo tiene que ser el motor de cambio en mí.

La máxima expresión de misericordia es el perdón. Entender el perdón de Dios, tiene una dificultad casi insuperable, porque nos empeñamos en proyectar sobre Dios nuestra propia manera de perdonar. Nuestro perdón es una reacción a la ofensa del otro. En cambio, el perdón de Dios es anterior al pecado. Dios es solo amor, pero nosotros lo descubrimos como perdón cuando nos sentimos perdonados, por eso para nosotros está siempre unida al pecado. Para aclararnos un poco, vamos a examinar dos conceptos: cómo podemos entender el perdón de Dios, y cómo podemos entender el pecado.

Dios sólo puede amar. Decimos que Dios ama porque Él es amor, no porque las cosas o las personas sean amables. Dios no ama las cosas porque son buenas, sino que las cosas son buenas porque Dios las ama. El perdón en Dios significa que su amor no acaba cuando nosotros fallamos, como pasa entre los hombres. Si nosotros amamos unas criaturas y no otras, se debe a nuestra ceguera, a nuestra ignorancia. Ahora comprenderéis lo equívoco de nuestro lenguaje sobre Dios cuando hablamos de su perdón como un acto.

Tenemos que cambiar el concepto de pecado como ofensa a Dios. Es ridículo pensar que podamos ofender a Dios. La incapacidad de los cristianos para aceptar a los “malos”, se debe a nuestro concepto de pecado. Lo identificamos con la persona misma y no somos capaces de descubrir que la persona es una cosa y su postura y sus acciones otra muy distinta. El pecado es siempre fruto de la ignorancia. Para que la voluntad se incline hacia un objeto, tiene que presentarlo el entendimiento como bueno. Claro que el entendimiento puede ver una cosa como buena, siendo en realidad mala. Esta es la causa de nuestros fallos. Por eso, para superar una actitud de pecado, no debemos apelar a la voluntad, sino al entendimiento.

Si las reflexiones que acabamos de hacer, son ciertas, ¿de qué sirve la confesión?. Mal utilizada, para nada. Pero si la sabemos utilizar, es uno de los hallazgos más interesantes de los dos mil años de cristianismo, porque responde a una necesidad humana. Somos nosotros, no Dios, quienes necesitamos de la confesión como señal de su perdón. La confesión no es para que Dios nos perdone, sino para que nosotros descubramos el mal que hemos hecho y aceptemos el amor de Dios que llega a nosotros sin merecerlo.


PARA AMPLIAR:

PARA NUESTRA REFLEXIÓN:
  • ¿Qué pensamos de esas expresiones que alguna vez hemos oído de niños: "No hagas eso porque si no Dios te castigará", "¿Ves?, eso te pasó por malo, ¡ya te castigó Dios!"?.
  • ¿Qué imagen de Dios nos transmiten esas expresiones?. ¿Cómo influyen en nuestra forma de entender a Dios si nos quedamos en eso?.
  • De acuerdo con lo que el artículo y los enlaces para ampliar nos han expuesto ¿quién y cómo es Dios?, ¿quién y cómo nos demostró cómo es Dios realmente?.
  • ¿Qué prácticas y actitudes ha de producir en nosotros el descubrir en Dios alguien que nos ama de manera incondicional, alguien que no se olvida de nosotros ni siquiera cuando nosotros nos hayamos olvidado de Él?.

domingo, 23 de julio de 2017

Un día por las montañas



Un día por las montañas

Un día por las montañas apareció un peregrino, apareció un peregrino,
se fue acercando a las gentes acariciando a los niños, acariciando a los niños.

Iba diciendo por los caminos amigo soy, soy amigo.
Iba diciendo por los caminos amigo soy, soy amigo.

Sus manos no empuñan armas, sus palabras son de vida, sus palabras son de vida
y llora con los que lloran y comparte la alegría y comparte la alegría.
Iba diciendo por los caminos amigo soy, soy amigo.

Reparte el pan con los hombres, a nadie niega su vino, a nadie niega su vino
y está junto a los que buscan y consuela a los mendigos y consuela a los mendigos.
Iba diciendo por los caminos amigo soy, soy amigo.

Y los hombres que lo vieron contaban a sus vecinos, contaban a sus vecinos
hay un hombre por las calles que quiere ser nuestro amigo, que quiere ser nuestro amigo;
hay un hombre por las calles que lleva la paz consigo, que lleva la paz consigo.
Iba diciendo por los caminos amigo soy, soy amigo.

PARA AMPLIAR:
PARA NUESTRA REFLEXIÓN:
  • ¿De quién nos hablan estas frases que canta Ricardo Cantalapiedra?.
  • ¿Qué nos parece que el cantante quiere comunicarnos con esta canción?.
  • ¿Cómo te has sentido cuando alguien se ha comportado contigo de esta manera como dice Ricardo que hacía Jesús?.
  • ¿Cómo debiéramos vivir los cristianos, todos, para poder sentir que "el otro es nuestro amigo"?.
  • ¿Qué podemos hacer nosotros: tú, yo, todos nosotros, para ir creando ese estilo de amistad que Jesús nos enseñó?.

domingo, 16 de julio de 2017

El verano también es tiempo de oración

La ORACION sigue siendo el encuentro mas cotidiano con Dios. Supone una entrega total a El para que sea una Oración sincera y valiosa.

ENTREGARSE ENTERAMENTE A DIOS.

Hay un estrecho lazo, en ambos sentidos, que existe entre la vida de oración y el resto de la vida cristiana.

lunes, 10 de julio de 2017

¿Qué es orar?

Como en tantas otras ocasiones propuse a mis alumnos de 6º de Primaria indagar sobre el tema de la “ORACIÓN” a partir de algunas cuestiones muy sencillas.
Este trabajo de investigación debía hacerse por equipos y cada uno de ellos debía encontrar respuesta a las mismas preguntas pero dirigiéndose a personas muy distintas:
  1. El primer grupo debía preguntar a sus familiares (padres/madres, abuelos, tíos,…),
  2. el segundo grupo tenía que entrevistar al profesorado del centro;
  3. el tercero debía dirigirse a estudiantes de bachillerato o bien universitarios;