Entrevista en ALANDAR a Enrique Martínez Lozano
El escriba que era Mateo se vio atrapado en un conflicto, al igual que la mayor
parte de su comunidad: ¿cómo conciliar 'la novedad de Jesús' con la
fidelidad a 'la ley de Moisés'?; se afirma que Jesús no viene a abolir
la ley, pero a continuación se formulan las famosas “antítesis” (“se dijo…,
pero yo os digo…”), que suponen una auténtica ruptura con la ley
anterior.
En cierto modo, da la impresión de que
las primeras comunidades judeocristianas –como la del propio Mateo- se vieron
obligadas a mantener un equilibrio no siempre fácil, entre quienes
enfatizaban 'la novedad y quienes, por el contrario, buscaban
salvar a toda costa 'la ortodoxia tradicional'. Por otro lado,
las dificultades surgidas en la vida cotidiana de la comunidad explicarían
también esas referencias minuciosas acerca de los pleitos.
Con respecto a las conocidas 'antítesis', lo más llamativo, sin duda, es
su radicalidad. Una radicalidad que apunta al corazón: no se trata solo de “no
matar”etc.”. Recurriendo a un estilo hiperbólico de gusto oriental, Jesús
apunta a la necesidad de vivir en conexión constante con lo mejor de
nosotros mismos, anclados en 'esa identidad profunda que compartimos
con todo y con todos'.
Desde ese “lugar” sin ningún tipo de
voluntarismo, es posible "ver" que lo que brote de nosotros
lleve el sello del amor, hasta en lo más pequeño. Esa forma de
“ver” y de "vivir", está por encima del culto.
Por ello, el texto insiste en priorizar 'la
reconciliación' por encima de 'la ofrenda del altar'. Duele
constatar lo lejos que estamos aún de las palabras del Maestro, lo lejos que
estamos aún de “ver”.
RELIGIÓN, ESPIRITUALIDAD,
NO-DUALIDAD…Entrevista realizada por Lala Franco, publicada en Alandar 304
(enero 2014) 4-5. (por razones de espacio, ésta es la versión completa).
Enrique Martínez Lozano es escritor y
conferenciante. Psicoterapeuta y teólogo, se ha secularizado hace un año,
lo que no ha cambiado un ápice la tarea a la que se dedica en exclusiva desde
hace una década: el acompañamiento espiritual de grupos mediante el aprendizaje
de 'la meditación' en talleres y retiros por toda la geografía nacional. Autor
de numerosos libros, escribe un comentario semanal del Evangelio en clave
no-dual, que puede leerse en su web, y que envía gratuitamente a quien desee
recibirlo. La espiritualidad es su tema. El tiempo y el papel se quedan escasos
para contener el río de su pensamiento y su experiencia.
La espiritualidad es para él 'un
viaje a la plenitud de nosotros mismos que nos convertirá en personas
unificadas y compasivas'.
¿Enrique, qué es la espiritualidad?
Por decirlo de un modo sencillo,
“espiritualidad” hace referencia directa a 'la dimensión profunda de
lo real'. Podría añadirse que lo “espiritual” es todo lo
real, en su “doble cara”: lo visible y lo invisible,
lo manifiesto y lo inmanifestado… pero no como dos realidades
añadidas, sino como 'los dos rostros de lo único Real'.
¿Podemos hablar de una inteligencia
espiritual?
Indudablemente. Comprendo que haya
personas a las que ese término les rechine, por diversos motivos, y que
prefieran usar otro. Pero del mismo modo que no puede haber crecimiento
humano sin el cultivo de la inteligencia emocional, tampoco es posible sin el
cuidado de la “inteligencia espiritual”. La espiritualidad es una
dimensión humana tan básica y fundamental como la corporeidad, la afectividad o
la sociabilidad.
Su olvido supone una amputación grave de
la persona. Dicho de un modo más simple: del mismo modo que tenemos necesidades
fisiológicas (somos cuerpo) y emocionales-afectivas (somos
psiquismo), tenemos también necesidades espirituales que necesitamos
conocer, gestionar y responder adecuadamente.
Francesc Torralba ha escrito que “el
ser humano, sea religioso o no, tiene unas necesidades de orden espiritual que
no puede satisfacer ni desarrollar si no es cultivando la inteligencia
espiritual”.
Es así, y personalmente constato que
cada vez son más los padres y educadores que se hallan en esta búsqueda. Es
necesario trabajar la “inteligencia operativa” y la “inteligencia
emocional”, pero si nos quedamos ahí, perpetuaremos el estado de
“carencial” y con él, la ignorancia acerca de'quienes
somos' y 'el sufrimiento'.
¿Cuáles son, según tu experiencia, las aspiraciones del hombre de hoy en el terreno espiritual? ¿Hay sed de Dios?
Hay sed de interioridad, de
profundidad, de silencio, de plenitud… Porque no se puede soportar
demasiado tiempo esa carencia.
La 'búsqueda' es
expresión 'del hambre y de la sed' de Aquello que no puede ser satisfecho. “¿Dios?”.
Siempre que no lo confundamos con 'la misma palabra' ni con ninguna de
'nuestras imágenes mentales'.
El Maestro Eckhart decía, en el siglo
XIII: “No tengas ningún 'dios pensado', porque cuando cambie tu pensamiento,
ese dios caerá con él”.
Y Charo Rodríguez, una poetisa amiga,
escribe: “Solo el Dios encontrado, / ningún dios enseñado puede ser
verdadero, / ningún dios enseñado. / Solo el Dios encontrado puede ser verdadero”.
Es comprensible que las personas vivan
aferradas a imágenes de Dios, con las que han convivido desde niños,
pero para que haya crecimiento espiritual, se hace
imprescindible reconocer que son solo 'imágenes' y dejar cualquier 'representación
mental'. Solo entonces, estamos disponibles paraexperimentar y
saborear 'el Misterio'. Y es que, como dijera el teólogo
y cardenal Nicolás de Cusa, en el ya lejano siglo XV, “Dios es 'lo
no-otro' de nada”.
A Dios, dices, no lo podemos
pensar, solo vivirlo. Pero, ¿cómo vivir a Dios?
Seamos o no conscientes de ello, Dios
ya se está viviendo en todos nosotros, en todo lo que es. Un Dios
“separado” es solo 'una proyección mental'. Lo “dejamos vivir” sencillamente,
en la medida en que caemos en la cuenta de ello. Ahí mismo empezamos a percibir
y vivir 'la no-dualidad'.
“Vivir a Dios” es exactamente igual a
“vivir nuestra verdadera identidad”. Y eso requiere, lógicamente, des-identificarnos
del “yo” que creíamos ser. En “lo que somos”, no hay ningún tipo de dualidad
con “lo que es”.
Por eso, puede decirse que el camino
espiritual consiste en 'la desapropiación del yo', no por ningún tipo de
voluntarismo ético, sino porque hemos comprendido que
nuestra identidad es otra.
Eso es lo que vivió Jesús, tal como lo expresa
Jean Sulivan, en una de las frases que me parecen más hermosas sobre él: “Jesús
es lo que acontece cuando Dios habla sin obstáculos en un hombre”. Eso
es “vivir a Dios”.
Tú has llegado a la espiritualidad desde
la psicología, afirmas. Y hablas continuamente de la 'no-dualidad'. psicología
'transpersonal'…son conceptos que hay que explicar a los no iniciados, y que
tienen un significado grande en el terreno de la espiritualidad…
La "no-dualidad" es
un “modo de conocer” y, por tanto, 'un modo de acercarnos a lo real
y un modo de vivir', que me parece más ajustado que el “modo mental”,
porque 'lo Real' no puede ser sino uno-en-la-diferencia.
Desde 'el modelo mental', se
enfatiza uno de esos dos polos, y así se habla de 'monismo'(panteísmo)
o 'dualismo'; pero eso no hace justicia a 'lo Real'; es solo una
lectura mental.
Me parece que el paso del “modelo
mental” al “modelo no-dual”, que se está empezando a dar ya en la filosofía, la
psicología, la sociología, la hermenéutica… constituye uno de los cambios más
revolucionarios de nuestro momento histórico, por todas las consecuencias que
aporta. Es lo que siempre habían dicho los 'místicos'. En la
actualidad, lo dicen incluso los físicos cuánticos.
Estoy preparando un libro, que se titula
precisamente: “Otro modo de ver, otro modo de vivir. Invitación a la
no-dualidad”. El mismo trabajo en la preparación de ese libro me ha
supuesto un gran enriquecimiento.
En cuanto a "la psicología
transpersonal", llamada también 'psicología integral', es
aquella que no olvida ninguna dimensión del ser humano, somos más conscientes
del empobrecimiento humano que supone el reducir la persona a una estructura
psicosomática. La psicología 'transpersonal', desde la psicología 'humanista',
nos hace caer en la cuenta de aquella dimensión más profundatransmental,
transegoica, que no es otra que la dimensión espiritual.
Efectivamente, más allá de las palabras
que usemos Presencia, Consciencia, Plenitud, Vacío, Dios… las
religiones surgen habitadas por un mismo anhelo: desvelar el misterio
de la existencia, responder a las preguntas:
“¿Quién soy yo?” y “¿qué sentido tiene
todo esto?”, apuntar hacia el Misterio último: laMismidad 'de
lo que es'…La pena es cuando se absolutizan y remiten
a ellas mismas -contra estatendencia 'autorreferencial' de la religión está
hablando mucho el papa Francisco- o se enredan en palabras o 'creencias',
a las que atribuyen un (imposible) valor absoluto.
Las religiones tienen tendencia a caer
en una doble trampa: 'buscar el poder' y 'confundir su
creencia con la verdad'. ¡ Justo lo opuesto a lo que enseñaba Jesús
!.
Eso hace que aparezcan ante la gente con 'un
aire de superioridad', que provoca cada vez más recelos, cuando no rechazo
abierto. En un movimiento de autodefensa, la religión esgrime que 'su
creencia no es aceptada debido al relativismo actual', pero con frecuencia,
el condenado“relativismo” no es sino una etiqueta
descalificadora que usa quien no puede o no sabe convivir fácilmente con 'el
pluralismo'.
Es decir, que religión y espiritualidad
no son identificables…
No; podemos considerar la
religión como 'el mapa', y la espiritualidad como 'el territorio'; o en
otra imagen clásica, la religión es la “copa”, mientras la
espiritualidad es el “vino”. Mientras se percibe así, no hay
ningún problema.
Religión y espiritualidad no están
identificadas, pero tampoco tienen por qué estar reñidas.
El problema llega cuando las religiones
se olvidan de que son solo 'una construcción humana que busca
“canalizar” el Anhelo', un medio al servicio de lo que somos. Cuando
eso ocurre, la religión, en lugar de unir, separa y excluye.
La espiritualidad, por el contrario, es
siempre inclusiva, por una razón muy simple: porque constituye
nada menos que el territorio de nuestra “identidad compartida”, más allá de
los “mapas” que utilicemos.
Esto explica también que pueda existir
legítimamente una “espiritualidad religiosa”, al lado de una“espiritualidad
laica” (Marià Corbí) o una “espiritualidad atea” (André
Comte-Sponville).
En mi opinión, las religiones
están llamadas a vivirse como “servidoras” de la vida de las personas y de la
espiritualidad.
¿Qué hay en la tradición religiosa
católica para saciar la sed espiritual de que hablábamos al inicio?
¡Una profunda riqueza! : la persona de Jesús de Nazaret; la sabiduría de
los textos fundantes; una tradición ininterrumpida de 'experiencia
mística', aunque en ocasiones haya quedado “nublada” o velada por aspectos
institucionales, que parecían ocupar y controlar todo; una 'tradición
secular de humanización y entrega', al lado, sin embargo, de actitudes
y comportamientos 'fanáticos', autoritarios, violentos, culpabilizadores y
represores.
La historia cristiana me parece un
espejo patente de lo que es la ambigüedad de lo humano; o, expresado de
otra forma, de lo que es capaz de hacer 'el ego', incluso con 'lo
más sagrado'.
Hay muchas prácticas cristianas que
ayudan a una rica experiencia interior… ¿no tenemos ahí un tesoro por
redescubrir?.
Sin duda, la tradición cristiana
es un tesoro por 'redescubrir', y en algunos casos, incluso por
estrenar, si confrontamos 'nuestra vivencia' - y la
de la Iglesia-, con lo que fue Jesús de Nazaret.
En ese 'redescubrimiento',
me parece que ha de ocupar un lugar esencial lo que fue el “camino” más
característico de Jesús: la compasión hacia el ser humano en necesidad.
Y, simultáneamente, 'toda la
gran tradición contemplativa', que ha sido considerada habitualmente en la
Iglesia como 'algo marginal'. Esto me parece un enorme empobrecimiento.
Hablemos, pues, de meditación…
La meditación no es, en primer lugar, un método ni
una práctica…, sino un modo de vivir o un modo de ser, un estado
de consciencia, caracterizado precisamente por 'la no-dualidad'.
Al estar habitualmente identificados con
la mente, necesitamos “ejercitarnos” en superar es inercia, y así
poder 'descorrer el velo' que nos impide reconocer nuestra verdadera
identidad.
En este sentido, "meditar"
consiste en estar en el presente, acallar la mente y atender a lo que
está aconteciendo. Son tres modos de expresar lo mismo, ya que esas
tres cosas no pueden darse sino simultáneamente.
Eso me lleva a preguntarte por el
prestigio de lo oriental, de lo budista en concreto. ¿Cuál es la razón de ese
prestigio?
Primero, que contiene mucha
sabiduría y mucha experiencia.
No hace mucho, un budista me comentaba: “Entre
nosotros, damos prioridad a 'la experiencia que conduce a la sabiduría', al
«despertar»; vosotros, en cambio, dais preferencia a las "creencias" y
a la sumisión a la autoridad religiosa”.
Pero hay otros factores: uno no menor
consiste precisamente en el hecho de que, al venir nosotros de una 'tradición
religiosa' que parecía encerrada en 'creencias' y 'mandamientos', hemos estado
echando de menos 'el cultivo de la dimensión espiritual¡, de una
forma experiencial. Por otro lado, aunque es cierto que el Maestro
Eckhart, Teresa de Jesús o Juan de la Cruz son exponentes sublimes de la
experiencia mística, ellos, a diferencia de los maestros de Oriente, no dan una“pedagogía” para
avanzar por ese camino contemplativo.
Al mismo tiempo, nos hemos hecho
conscientes, como decía antes, de que toda religión no es sino un
“mapa” que intenta 'desvelar el misterio del existir' o apuntar hacia
el “territorio” anhelado que somos.
Al verlo así, no solo queda sanamente
relativizada toda 'creencia', sino que aprendemos a contrastar los diferentes
mapas con la riqueza que cada uno de ellos aporta.
Estoy convencido de que el futuro
de las religiones ha de ser el encuentro humilde entre ellas, en el que se
descubran 'buscadoras humildes al servicio de la genuina
espiritualidad': es lo que quería expresar al hablar de los “mapas” al
servicio del “territorio”. Me gustaría citar un libro que me parece muy valioso
en todo este campo del llamado “diálogo interreligioso”. Es el
libro de un experto, Javier Melloni, que lleva por título: “Hacia un
tiempo de síntesis”.
El “mindfulness”, tan actual, ¿es
lo mismo que la meditación?.
Se suele decir que el mindfulness ha
significado el descubrimiento de la meditación por parte de la psicología y la
psiquiatría. Tanto es así, que en la última década, la cuestión más investigada
dentro del campo psicológico, en Estados Unidos, ha sido la eficacia del mindfulness para
el trabajo terapéutico.
Con todo, en rigor, siendo una muy buena
noticia el interés de la psicología por ello, no es exactamente lo
mismo que la meditación.
El mindfulness o 'atención
plena' puede entenderse como una herramienta terapéutica que
'favorece la unificación e integración psicológica de la persona'.
Pero 'la meditación' -repito, hablando con
rigor-, si bien es imposible vivirse sin “atención plena”, es otra cosa; como
decía antes, 'es un estado de consciencia, caracterizado por la
no-dualidad'.
La respuesta también es sencilla: creciendo
en consciencia de quienes somos. Al final, todo se ventila en la respuesta
adecuada a esta pregunta: “¿quién soy yo?”.
Mientras la respuesta sea inadecuada,
permaneceremos en 'la ignorancia' y 'el sufrimiento' -aunque
seamos personas muy “religiosas”-; por el contrario, la respuesta
adecuada, liberándonos de ello,tiene sabor de plenitud.
Lo que ocurre es que la respuesta no
puede venir desde 'la mente' (el modelo mental de conocer)
porque, al ser una parte de lo que somos, su respuesta es
inevitablemente reductora; nos hace creer que somos apenas una
estructura psicofísica, un “yo individual”; es decir, reduce nuestra
identidad al“yo-idea”. Cuando se trabaja a partir de esa creencia, todo
–el mismo trabajo psicológico e incluso la propia vivencia religiosa- resulta
empobrecido.
La respuesta adecuada no puede
ser resultado de un razonamiento o de una elaboración conceptual.Porque no
podemos ser nada que podamos pensar, ya que todo lo pensado
necesariamente es un objeto (mental).
Únicamente podemos conocer 'lo
que somos'…'cuando lo somos'. Y para ello necesitamos'silenciar
la mente', y así acceder a una experiencia directa, inmediata y autoevidente de
nuestra verdadera identidad.
Aquí se da una hermosa y profunda
paradoja: ni podemos pensar lo que somos, ni somos lo que podamos
pensar.
Una paradoja que encuentra un atractivo
paralelismo en lo que nos dice la 'física cuántica': “lo que vemos no
es real, y lo real no podemos verlo”.
El 'camino espiritual' es reconocer
quiénes somos y vivirnos conectados a ello.
A esto las tradiciones espirituales le
han llamado “despertar”, un estado de consciencia que se
caracteriza por la sabiduría (comprensión) y la
compasión.
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