Otros autores no-cristianos que hicieron mención a Jesús de Nazaret, a sus enseñanzas y sus seguidores:
Plinio el Joven.
Plinio el Joven.
Plinio el Joven, entre los años 100 y 112 d.C. escribió una carta al emperador Trajano
preguntándole acerca de cómo debía conducirse hacia los cristianos, y las
medidas que como gobernador tomó contra ellos (Plin. J., Epist. X, XCVI, C.
Plinius Traiano Imperatori), especialmente parágr. 5, 6 y 7:
5 praeterea male dicerent Christo... 6
quoque omnes et imaginem tuam deorumque simulacra venerati sunt et Christo male dixerunt...7 quod essent soliti stato die ante lucem convenire, carmenque Christo quasi deo dicere...
5...Y que además maldijeran a Cristo...
6 Éstos todos veneraron tu imagen y las efigies de los dioses, y maldijeron a
Cristo... 7 (dijeron) que acostumbran reunirse al amanecer y cantan un himno a
Cristo, casi como a un dios). (En
Wikisource se puede ver el texto traducido al castellano).
Este
testimonio deja claro que se transmite literalmente de las declaraciones,
reafirmaciones o retractaciones de los propios imputados de cristianismo, y en
él un magistrado romano se hace eco tres veces de Cristo como persona real y
objeto de culto de una secta.
Tácito.
Tácito
aporta otra referencia histórica en el año 116 ó 117:
Ergo abolendo rumori Nero subdidit reos
et quaesitissimis poenis adfecit, quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos
appellabat. Auctor nominis eius Christus Tibero imperitante per procuratorem
Pontium Pilatum supplicio adfectus erat; repressaque in praesens exitiabilis
superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, oríginem eius mali, sed per
urbem etiam, quo cuncta mundique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque.
Por lo tanto, aboliendo los rumores,
Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus
ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman
de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato;
reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en
Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli [Roma], donde todas
las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran. (Anales,
15:44:2-3).
Aunque
la autenticidad del texto de Tácito no ha sido cuestionada, numerosos autores
han indicado que se desconocen sus fuentes. Se ha barajado la posibilidad de
que se basara en Plinio el Joven o en las confesiones de los propios cristianos
frente a la persecución policial. El fragmento aparece en el contexto de una
larga diatriba contra los males del gobierno de Nerón, y se ha indicado que el
interés de Tácito no estaba en el fenómeno cristiano en sí mismo, sino en la
crítica al emperador. “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez
en Antioquía” (Hch 11,26.) Es posible que este nombre ya se usara en el año 44
E.C., cuando ocurrieron los acontecimientos narrados en este relato del libro
de los Hechos, aunque la estructura gramatical del texto no lleva
necesariamente a esa conclusión. Algunos creen que esta denominación se originó
poco tiempo después. En todo caso, es probable que el término ya fuera
utilizado cuando se escribió el libro de Hechos de los Apóstoles, ya que su
autor lo pone en labios del rey Agripa II: “Por poco me convences de hacerme
cristiano”. (Hch 26,28)
Suetonio
y los cristianos.
El
historiador romano Suetonio (c. 69–c. 122) hace referencia a los primeros
cristianos y una posible referencia a su fundador en su obra Vidas de los Doce Césares.
Una
declaración en Divus Claudius 25 involucra las agitaciones de la comunidad
judía de Roma que condujeron a su expulsión de la ciudad por Claudio en el año
49, y puede ser el mismo evento mencionado en los Hechos de los Apóstoles
(Hechos 18,2). Los eruditos están divididos sobre el valor de esta referencia
en la biografía de Claudio. Algunos estudiosos la consideran una referencia
probable a Jesús, mientras que otros la ven como una referencia a una persona
por lo demás desconocida que vivía en Roma. Louis Feldman afirma que la mayoría
de los estudiosos suponen que la referencia de Jesús se sobreentiende y que las
perturbaciones mencionadas se debieron a la difusión del cristianismo en Roma.
El
pasaje Nero 16 se refiere a una serie de decisiones de Nerón para el orden
público, uno de las cuales es el castigo de los cristianos. Estos castigos son
generalmente datados en alrededor del año 64 d. C., el año del gran incendio de
Roma. En este pasaje de Suetonio describe el cristianismo como una superstición
(superstitio) al igual que sus contemporáneos, Tácito y Plinio.
Los
historiadores debaten si el gobierno romano distinguía entre los cristianos y
los judíos antes de la modificación de Nerva del Fiscus judaicus en el año 96.
A partir de entonces, los judíos practicantes pagaron el impuesto, los cristianos
no lo hicieron.
Gayo
Suetonio Tranquilo (75-160), escribió alrededor del 120 que el emperador
Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':
A los judíos, instigados por Chrestus,
los expulsó de Roma por sus continuas revueltas.
(Vit.
Caes., Claud., 25).
Algunos
estudiosos dieron por sentado que el nombre 'Chrestus' equivale a 'Cristo' y
que la diferencia reside simplemente en un problema ortográfico; sin embargo,
se trata apenas de una presunción. Chrestus es un nombre común en la Roma
imperial, atestiguado en lápidas e inscripciones; en latín significa «buen
hombre», «íntegro», «útil», pero también se podía usar en el sentido peyorativo
de «simple», «ingenuo», «tonto», y los mismos que defienden esta hipótesis
arriesgan que era un apelativo aplicado a los esclavos (entre los que la
doctrina cristiana supuestamente tenía más éxito).
Pero
Suetonio dice que el emperador expulsó a judíos, no a cristianos, y Chrestus en
el texto aparece como un revoltoso en Roma de alrededor de los años 50 y no un
predicador de los 30s en Israel. Más allá del nombre, no parece haber relación
entre 'Chrestus' y 'Cristo'.
Años
más tarde Suetonio escribió, en una lista de las actividades realizadas por
Nerón:
Multa sub eo et animadversa severe, et
coercita, nec minus instituta [...]
afflicti suppliciis Christiani, genus hominum superstitionis novae ac
maleficae.
Bajo éste [su reinado] se reprimieron y
castigaron muchos abusos, dictándose reglamentos muy severos [...]
Nerón infligió suplicios a los
cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna.
(De Vita
Caesarum. Nero, XVI.2).
La
carta de Mara Bar-Serapion.
En un
manuscrito siriaco del siglo VII, que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres, se recoge una carta de un tal Mara Bar-Serapion. La
escribe desde la cárcel a su hijo, exhortándole a buscar la sabiduría. No hay
acuerdo sobre la antigüedad de la carta, pero la mayoría de los estudiosos la
fechan en la primera mitad del siglo II o incluso en el último cuarto del siglo
I. Otros estudiosos afirman que fue escrita en el siglo III. En la carta hay
una referencia a un «rey sabio», que ha sido interpretada por varios autores
como una alusión a Jesús de Nazaret:
¿Qué
ventaja obtuvieron los atenienses cuando mataron a Sócrates?. Carestía y
destrucción les cayeron encima como un juicio por su crimen. ¿Qué ventaja
obtuvieron los hombres de Samo cuando quemaron vivo a Pitágoras?. En un
instante su tierra fue cubierta por la arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los
judíos cuando condenaron a muerte a su rey sabio?. Después de aquel hecho su
reino fue abolido. Justamente Dios vengó aquellos tres hombres sabios: los
atenienses murieron de hambre; los habitantes de Samo fueron arrollados por el
mar; los judíos, destruidos y expulsados de su país, viven en la dispersión
total. Pero Sócrates no murió definitivamente: continuó viviendo en la enseñanza
de Platón. Pitágoras no murió: continuó viviendo en la estatua de Hera. Ni
tampoco el rey sabio murió verdaderamente: continuó viviendo en la enseñanza
que había dado.
Citado
desde Penna, Romano: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del
cristianismo: textos y comentarios, pág. 319, Bilbao, 1994.
Algunos
autores han interpretado que la abolición del reino de los judíos a que se hace
referencia es la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, y el «rey
sabio» por cuya muerte los judíos fueron castigados, Jesús de Nazaret. Entre
ellos se encuentran Robert Van Voorst y Bruce Chilton.
El
texto parece poco fiable, porque contiene inexactitudes históricas sobre
Sócrates y Pitágoras. Además, no hay ninguna prueba de que el «rey sabio» al
que alude Mara Bar-Serapion sea Jesús de Nazaret. Craig A. Evans sostiene que
la carta es de poco valor dada su fecha incierta y la posible ambigüedad en la
referencia.
No se
han encontrado más referencias históricas relevantes de procedencia no
cristiana acerca de Jesús del siglo I o principios del siglo II, al margen del
Nuevo Testamento, pese a que numerosos historiadores y pensadores documentaron
bastante exhaustivamente la época (entre ellos Filón de Alejandría, Séneca,
Plutarco, Aulo Gelio, y Valerio Flaco).
No hay comentarios:
Publicar un comentario