Le dijo su madre: ‘Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados’. Él les contestó: ‘¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?’. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad". (Lc 2, 46-51).
El relato de la pérdida de Jesús en el Templo nos sitúa ante un conflicto que se repite en todas las familias: los padres procuran nuestro bien, tratan de educarnos de manera que crezcamos sanos y felices y para conseguirlo hacen todo eso que hacen.
Cuando nosotros hacemos alguna picia... ellos saben que eso no nos aportará beneficios sino que nos perjudicará; sienten la necesidad de corregir nuestro proceder y nos lo hacen saber claramente; a nosotros no nos gusta que nos peleen... pero sabemos que nos aman y lo que nos dicen y hacen con nosotros es por nuestro bien.
María es esa madre que, junto con José, experimenta una angustia terrible: ¡su hijo se ha perdido!, ¡¡no lo hallan por ninguna parte!!.
¿Han tenido ustedes la experiencia de "perderse en una aglomeración de gente"?, ¿cómo nos sentimos?, ¿cómo se han sentido sus padres?.
Finalmente le hallan, tan tranquilo hablando con los "doctores de la Ley" en el Templo. Y María no esconde sus sentimientos pero antes de decir lo que a ella le parece la travesura de Jesús:
- Primero: el diálogo sereno; la Virgen no se nos muestra airada, sino tranquila y dialogante; antes de juzgar quiere oír una explicación del por qué de un comportamiento tan extraño en una criatura siempre dócil como era Jesús.
- Éste les da una respuesta que no les convence del todo... pero la aceptan como respuesta dada desde la perspectiva del hijo.
- La conclusión es que se restablece la armonía y el niño vuelve a unirse a sus padres “siguiendo bajo su autoridad”.
El texto bíblico dirá un poco más adelante: "María guardaba estas cosas en su corazón".
Por lo tanto, ¿qué tenemos que hacer cuando hay problemas en casa?.
Lo primero: dialogar, escuchar, darle al otro la oportunidad de que se explique, oír sus razones, ponerse en su lugar, comprender sus circunstancias de edad o de cansancio.
Lo segundo fijar los límites entre lo que es tolerable en base a la legítima libertad, sin lo cual la familia sería un infierno y no un hogar, y lo que rompe la unidad y convierte la familia en una pensión barata.
Tercero: aplicar las consecuencias sin miedo y establecer la autoridad sin caer en el autoritarismo, sabiendo que ése es el servicio que hay que prestar. Tan malo es que en una casa no exista orden como que impere la tiranía. Hoy lo más frecuente es que la educación sea tan permisiva que, cuando los padres quieren poner remedio, se encuentran con que es demasiado tarde.
En el día de la “Familia”, 15 de mayo, queremos expresar con esta sencilla reflexión nuestro reconocimiento a la admirable y nada fácil tarea de EDUCAR a los hijos con criterios sanos, amables y sabiamente equilibrados.
Tenemos en María y José no mucha documentación pero sí algún ejemplo muy claro de cómo actuar, cómo movernos en este terreno y tarea de EDUCAR acompañando a nuestros hijos en la aventura de vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario