Atestiguados
en tabletas, sellos... ¡y recibos en arcilla!.
Escena
de la película de Lux Vide sobre el profeta Jeremías... su libro da detalles
asombrosamente corroborados por la Arqueología.
En el
número de marzo/abril 2014 de la revista Biblical Archaeology Review, el
académico Lawrence Mykytiuk hace una lista de 50 personajes históricos del
Antiguo Testamento que figuran en fuentes arqueológicas, como estelas de
piedra, sellos de arcilla, recibos, tabletas o inscripciones funerarias que han
conseguido perdurar a través de 2.000 o 3.000 años, pese a guerras, terremotos,
expolios y saqueos.
Por
supuesto, se trata de gente de importancia "mundana": reyes y
funcionarios, cuyo nombre figuraba en documentos oficiales.
La
lista incluye:
- 5
faraones egipcios.
- 1 rey
moabita.
- 5
reyes y líderes arameos o sirios.
- 9
gobernantes del reino del norte, Israel.
- 14
autoridades de Judá, el reino del sur.
- 6
reyes o señores de la conquistadora Asiria.
- 5
reyes o señores de Babilonia.
- 5
reyes de Persia.
Estos
50 nombres son los que Lawrence Mykytiuk considera confirmados e identificados
con inscripciones contemporáneas a su vida. Cada uno de ellos los argumenta con
una larga nota a pie de página. No incluye personajes citados o aludidos en
inscripciones de generaciones posteriores a la que vivieron.
Ajab, el esposo de la pérfida Jezabel.
Por
ejemplo, a Ajab, rey de Israel, lo conocemos en la Biblia como el perseguidor
del profeta Elías, motivado por su pérfida esposa, la pagana Jezabel. Si no
fuera por la Biblia, de él sólo tendríamos un par de menciones en inscripciones
en piedra, como su mención en el Monolito de Kurkh, encontrado en 1861, en el
que Salmanaser III describe su victoria contra una alianza de 11 o 12 reyes en
la batalla de Qarqar en el año 853 a.C., y uno de los vencidos es
"A-ha-ab-bu Sir-ila-a-a", es decir, "Ajab Señor de Israel",
quien acudió con "2.000 carros y 10.000 infantes".
Este
texto del monolito de Kurkh,
aunque
sea propaganda babilonia,
lo dice
todo muy claro... en escritura cuneiforme.
Desempolvando
un poco el cuneiforme del colegio, cualquiera
puede buscar al rey Ajab en la inscripción.
Aunque
Salmanaser "hinche" las cifras para darse más gloria, esos 2.000
carros implican la mitad de la fuerza aliada a la que se enfrentó, por lo que
Ajab debía ser el líder e impulsor. Además, los palacios y edificios que
tenemos de su época demuestran que su reino, aunque tomado por la impiedad
según Elías, era económicamente fuerte.
Las
inscripciones en piedra tampoco son "la verdad absoluta": la supuesta
victoria de Salmanaser no debió ser tan victoriosa, porque la realidad es que
no le alcanzaron las fuerzas para ocupar Siria ni castigar a los reyes aliados
contra él.
¡La
Biblia en un recibo!.
Otro
ejemplo curioso se da cuando encontramos un nombre bíblico ¡en una factura o
recibo! Por ejemplo, entre las 130.000 tabletas amontonadas en el Museo
Británico, que se traducen y analizan con lentitud exasperante.
Un día
de julio de 2007, el profesor Michael Jursa de la Universidad de Viena se sentó
a traducir y transcribir esas tabletas cuando se encontró una muy bien conservada
y fácil de traducir: una factura del año 595 antes de Cristo, 8 años antes de
que los babilonios conquistaran Jerusalén, episodio descrito con detalle por
Jeremías.
Factura
de Nabusarsekim, jefe de eunucos, del 595 a.C., 8 años antes de entrar a sangre
y fuego en Jerusalén.
En la
factura leemos:
"1,5
minas [0,75 kg] de oro, propiedad de Nabu-sharrussu-ukin, el jefe de los
eunucos, que envió a través del eunuco Arad Banitu a [el templo de] Esangila;
Arad Banitu lo entregó. En la presencia de Bel-usat, hijo de Alpaya,
guardaespaldas real; Nadin, hijo de Marduk-zer-ibni, mes nueve, dia 18, año 10
de Nabucodonosor rey de Babilonia".
Y,
efectivamente, en Jeremías 39,1, se describe con detalle la entrada de los
jefes y generales de Nabucodonosor en Jerusalén. La Biblia española de 1884
traducida por Torres Amat de la Vulgata latina enumera jefes:
"Semegarnabu, Sarsachim..." La Biblia de la Conferencia Episcopal
Española de 2011 en cambio habla del "príncipe de Sinmaguir, jefe de los
magos, Nabusazbán, jefe de los eunucos..." ¡Es lo que pasa cuando se traduce
un idioma semítico, que no escribe las vocales ni separa las palabras!.
En
realidad, el "nabu" (señor) no va con Semegarna (o Sinmaguir) sino
con Sarsachim (Sharrussu-ukin), el jefe de eunucos (como le llama la Biblia y
la factura del templo, 8 años anteriores a la conquista). Y así, la factura del
Nabu-Sharrussu-kin, jefe de eunucos, confirma lo meticuloso y documentado de
Jeremías al enumerar a Nabusarsakin, jefe de eunucos, entre los generales que
entran triunfantes en Jerusalén. De hecho, este personaje está en el texto de
Jeremías porque Jeremías es detallista y exacto, ya que Nabusarsakin no vuelve
a ser mencionado ni cumple ninguna función narrativa o teológica más.
Sobná,
el "predecesor" de San Pedro.
Lawrence
Mykytiuk menciona también algunos personas, fuera de su lista de 50, que
considera "casi reales", es decir, casi comprobados en su correlación
entre el nombre bíblico y el documento arqueológico.
Un
ejemplo es Sobná, el mayordomo de palacio de Jerusalén... a quien los católicos
gustan de mencionar cuando debaten con protestantes acerca del poder del Papa.
Jesucristo
explica a San Pedro: "a ti te doy las llaves del Reino". Y el símbolo
de las llaves, a un judío, le hace pensar en Isaías 22,22, donde se describe la
función de un mayordomo del reino davídico: "Pongo sobre sus hombros la
llave del palacio de David: abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie
abrirá".
En la
ausencia del rey, el vicario o mayordomo tiene todo ese poder. Unas frases
antes, en Isaías 22,15, vemos que un mayordomo anterior se portó mal, un tal
Sobná, y por eso Dios le va a castigar quitándole las llaves.
Mykytiuk
considera que Sobná existió entre el 726 y el 686 antes de Cristo, y que quizá
también es el personaje mencionado en 2 Reyes 18,18 y siguientes (cuando aún no
era mayordomo o vicario de palacio). En 1953 se encontró una tumba de un
mayordomo real cortada en la roca en Silwan (o Siloam), cerca de Jerusalén,
pero la inscripción del nombre no está completa aunque podría ser Sobná. Es
tentador atribuirlo a Sobná, de quien leemos en Isaías 22,16, reprochándole:
"te estás labrando un sepulcro en alto, excavando en la roca un lugar de
reposo"...
Quizá
sin la vanidad de Sobná y su caro sepulcro no se habría escrito el texto de
Isaías, el símbolo de las Llaves no nos habría llegado por la Biblia, quizá
Jesús no lo hubiera conocido o utilizado para explicar el poder que estaba
entregando a Pedro, el nuevo senescal, vicario del Rey, portador de las Llaves.
O quizá lo hubiera usado y el lector moderno no lo hubiera entendido al carecer
de una referencia bíblica anterior. Eso se evitó, quién sabe, por la vanidad de
Sobná que tanto molestó a Isaías.
Biblical Archeology Review, marzo/abril 2014.
Para
ver las notas detalladas de las pruebas arqueológicas de cada uno (en inglés):
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