Hace unos días tuve clase de Religión con un grupo de niños de 2º de Primaria. En el tema se
hablaba del gran diluvio universal y de Noé.
En el
libro de texto se hacía un resumen del relato bíblico adaptado -supuestamente-
a la mentalidad de los niños en estas edades pero dejaba sin resolver el
sentido de la justicia que está tan marcado en los niños más que en nadie (con
los años vamos perdiendo ese sentido o bien lo adulteramos).
Cada
vez que me encuentro en los textos con el relato de Abraham y su hijo Isaac y
éste de Noé, aparte de otros no tan llamativos pero no menos necesarios de
explicar adecuadamente me surge el mismo dilema:
¿Qué
hago?, ¿hago una exégesis del texto explicándolo en su sentido real o bien me
limito a seguir la línea que plantean las editoriales que tratan de
pasar de puntillas por estas cuestiones bajo el supuesto de que "en estas edades
los niños no entienden o no entenderían"?.
Finalmente,
siempre opto por "tratar de explicar conforme aprendí en mis años de
estudiante de Teología, me explique bien o no, comprendan bien o no, pero por supuesto me niego a
dejar la cosa tal como está".
¡Cuántas
críticas a la Religión, a la misma Biblia y cuántas burlas hacia los creyentes
por creer en un Dios que en esos relatos se muestra aparentemente cruel y
vengativo, justiciero e implacable se podrían evitar!, si no se renunciara a
HABLAR CLARO y ayudar a comprender la diferencia entre el lenguaje mítico y el
racional, entre el ropaje y la realidad.
Así fue.
Propuse a los niños y niñas que leyeran primero personalmente, cada cual a su ritmo, el relato del "Diluvio universal y el Arca de Noé". Luego, resueltas las dudas en relación con algunas palabras que decían no entender pasamos a leerlo en voz alta "por turnos"; al terminar les
pregunté:
-
"¿Qué entendieron de este relato?".
La
mayoría se quedó sólo con lo anecdótico y con la idea de que "todos eran
malos menos Noé y su familia y por eso Dios les castigó".
Algunos no levantaban la mano y otros pocos más sí la alzaron pero para plantear cosas como ésta:
-
"Profe, siempre nos han dicho que Dios es bueno y lo perdona todo, pero si Él es bueno y lo perdona todo... ¿porqué mandó ese diluvio?, ¿no
podía haber perdonado a todos?".
Esperaba
esa cuestión (siempre hay expresiones así, en cualquier grupo) y les respondí con otra pregunta:
-
"¿Han oído ustedes alguna vez la frase: "No hagas tal cosa porque, si
la haces, Dios te castigará"?; y cuando luego o al día siguiente nos pasa
algo malo nos viene la misma persona y nos dice: "¿Viste?, eso te pasó por
lo que tú hiciste ayer; ya te castigó Dios". ¿Les suena esto?".
Y los
niños se rieron con ganas casi todos y contestaron:
-
"Sí profe, es verdad, a mí me lo dicen casi todos los días" (y lo
sueltan casi a la vez todos ellos -"¿cómo se comportarán estos chiquillos en sus casas", pienso en mi interior-). Y continué:
-
"Pues eso pasó en la época de Noé: Muchos hacían caso y trataban de vivir
de acuerdo con el Plan de Dios pero otros, entonces como hoy, hacían muchas
veces al contrario; quienes observaban eso advertían a la gente con lo mismo
que ustedes han oído a sus mayores y cuando sucedían los males decían:
"Esto ha sido por lo que ustedes estaban haciendo mal tiempo atrás".
Ellos
me miraron entonces con cara de gran sorpresa, ojos como platos, y añadí:
-
"¿Creen ustedes que aquel diluvio lo mandó Dios para que se ahogaran todos
menos Noé y su familia y así "limpiar todos los males"? (eso de
"limpiar todos los males" era lo que decía el libro de texto). La
respuesta fue casi unánime y muy sonora:
-
"¡¡Noooo!!". Repuse después:
-
"Entonces, ¿qué es lo que pasó realmente?". Se quedaron un rato sin saber qué decir, así que traté de ayudar:
-
"Aquellas gentes tuvieron la misma experiencia que vivimos nosotros cuando
hacemos el mal y algunos creen que Dios nos va
a castigar cada vez que hagamos alguna cosa que esté mal y, claro,
cuando sucede algo que nos perjudica... algunos INTERPRETAN que en realidad eso
no es algo natural sino que es obra de Dios directamente. ¿No es un diluvio una
cosa natural que puede suceder alguna vez y de hecho sucede?".
Contestaron:
-
"Siiii".
-
"Pues eso fue lo que pasó: hubo un diluvio, y tanto llovió que se llenó de
tanta agua todos los alrededores que pensaron que se había inundado toda la
Tierra y algunos interpretaron eso como si fuese un castigo de Dios. Pero ¿era
realmente un castigo de Dios o era simplemente una cosa natural?".
-
"Mi papá me contó que hace años llovió tanto aquí en Tenerife que ¡hasta murieron
personas ahogadas, profe!".
-
"Y seguro que eran buenas personas, al menos algunas de ellas", repuso otro niño.
- "Y no tenían ninguna culpa de aquella tormenta", añadió el mismo niño.
- "Exacto. ¿Pudo haber pasado exactamente lo mismo en tiempos de Noé?".
Nuevamente
y con alegría como de alivio respondieron casi a coro:
-
"¡Síiiii!".
Esta
sesión duraba 3/4 de hora y se me fue en leer el relato, dialogar sobre él y realizar un par de actividades muy sencillitas en su propio libro relacionadas con
este relato. No utilicé la pizarra digital ni pude hacer uso de un vídeo que traía preparado mediante enlace-web porque la red, como casi todos los días, estaba caída o funcionaba tan lenta que era botar el tiempo a la basura tratar de acceder a ella de nuevo.
Los niños SÍ ENTIENDEN.
¡Hay
tanto que necesita reconducirse!....
Tenemos
en nuestras manos una gran responsabilidad todos los EDUCADORES, especialmente quienes de una
u otra manera participamos de esta tarea de EDUCAR EN LA FE y en el
conocimiento de la Biblia y de su mensaje más allá de lo aparente, formal o ritual.
Me
pregunto qué sería de la fe de estos niños y niñas y jóvenes si Dios no
supliera con creces todas nuestras limitaciones y también si no hubiese
maestras y maestros que puestos en manos del Maestro les hablaran y enseñaran a descubrir el rostro de Dios
aún a pesar de ciertos libros, ñoñerías sin cuento y supuestos
completamente falsos, como ése de que "los niños a estas edades no pueden
comprender el sentido de ciertos textos bíblicos y no podemos entretenernos en
explicar nada; mejor dejar eso para cuando estén en la ESO o en
Bachiller", dicen. Pero ignoran que muchos de todos éstos que sí
están en Religión en Primaria desaparecen cuando llegan a Secundaria y, por
supuesto, nadie o casi nadie de ellos pisa una parroquia si no es para una
boda, un bautizo o un funeral y para de contar.
¿Quién
tiene pues que intervenir y además "a tiempo"?. ¿Qué hemos de
esperar?: ¿a que despotriquen de nosotros -y con razón- por no decirles las cosas como son
cuando quisieron conocerlas "aunque quizás no entendieran"?.
Esto
aún está en debate pero este menda ya optó hace años; para mí y otros compañeros/as
la cosa está más que clara: "los niños entienden mucho más y mejor de lo que nos
imaginamos", bobos no son y tienen derecho a ver y conocer el rostro de Dios
mejor de como lo hemos hecho en otras ocasiones, sin tapujos ni nada que lo desdibuje; hay que darles la ocasión del encuentro directo con El y que aunque ese encuentro se realice al cabo del tiempo que sea... que les ayude a ello el no olvidar jamás que "Dios no es vengativo, justiciero ni implacable en su justicia -justicia que no es como la nuestra, afortunadamente- y no haya palabras ni ropajes que les impida ver en Él a Quien es realmente: AMOR". (1ª Jn, 4,8).
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