viernes, 1 de agosto de 2014

Cristo es el Buen Samaritano

Normalmente, cuando leemos la preciosa parábola del buen samaritano, aquel hombre que siendo extranjero al pueblo de Israel, se hizo prójimo del hombre que había sido robado y apaleado y estaba tirado y herido al borde del camino, nos quedamos con su primer sentido. Es el más evidente: amar es hacerse prójimo de quien sufre.
¿Qué es la caridad? ¿Qué es el amor?. Cargar sobre nuestros hombros el dolor de nuestros hermanos y procurar aliviarlo, ayudarlo. El amor es una entrega servicial que, generalmente, poco tiene que ver con los sentimientos y estados afectivos. Amar es servir, amar es acercarse, amar es curar.
Pero avanzando más en la lectura e interpretación de esta parábola, llegamos ya a un segundo sentido, más hondo, el cristológico.