lunes, 7 de diciembre de 2015

Historicidad de Jesús (Iª parte)

El cristianismo sin Jesucristo no tendría sentido alguno, obviamente. Así que para conocer con detalle la esencia del cristianismo hay que conocer en esencia "Quien es y está en la fuente" de todos los pasos que tratan de seguir los del Maestro.
Cierto que Jesús de Nazaret nació judío y murió siendo judío pero a los judíos que seguían sus enseñanzas y trataban de vivir de acuerdo con las actitudes de Jesucristo se les llamó por eso mismo "cristianos". Mas... ¿existió realmente Jesucristo?.

Las referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret complementan a los evangelios, y al resto de los libros del Nuevo Testamento y de los escritos cristianos apócrifos. Hay cierto número de posibles referencias a Jesús, aunque la mayoría de ellas manifiestan problemas vinculados a la autenticidad y a la interpretación. La alusión directa más antigua no cristiana a Jesús llamado Cristo aunque se afirma que puede tratarse de una interpolación posterior, pero manteniéndose un núcleo auténtico), se encuentra en la obra de Flavio Josefo Antigüedades judías (escrita hacia los años 93-94), más de medio siglo después de la muerte de Jesús (alrededor de 30). Todavía en el siglo II las menciones son pocas. Ninguna de ellas aporta información sustancial para conocer la vida o el mensaje de Jesús de Nazaret, pero sí sirven para documentar su existencia histórica. Mucha información se perdió durante la prohibición del cristianismo primitivo y el incendio de Jerusalén.
Jesús aparece mencionado en repetidas ocasiones en obras de escritores romanos como Tácito, Suetonio, Flavio Josefo y Plinio el Joven. The New Encyclopaedia Britannica (1995) afirma: «Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX».

Flavio Josefo.

Las Antigüedades judías son una crónica del historiador judeorromano Flavio Josefo que narra la historia del pueblo judío de una manera razonablemente completa. Los intereses de Flavio Josefo —entre ellos, ganar la simpatía de Roma hacia los judíos— lo llevan, sin embargo, a minimizar las noticias que pudieran resultar conflictivas.
Josefo no menciona a los líderes del pequeño grupo de cristianos (Pedro y Pablo) ni a María, la madre de Jesús. Sin embargo, dos párrafos tratan directamente de Jesús:
En el capítulo 18, párrafos 63 y 64 se encuentra un texto denominado tradicionalmente testimonio flaviano (Antigüedades judías):
Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, [si es lícito llamarlo hombre], porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. [Era el Cristo.] Delatado por los principales de los judíos, Pilato lo condenó a la crucifixión. Aquéllos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, [porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él.] Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos”.
La autenticidad del fragmento ha sido cuestionada filológicamente e historiográficamente. Aunque no faltan quienes defienden la autenticidad de este texto, la mayoría de los historiadores y filólogos no consideran que sea totalmente auténtico, al estar plagado de interpolaciones cristianas; manteniéndose, sin embargo, un núcleo escrito por Josefo. 9 16 17 18 19 20.

En el capítulo 20 se menciona indirectamente a Jesús al relatar la muerte de su hermano Jacobo Santiago (contracción del latín Sanct’ Iagus, esto es, san Jacobo):
"Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, el hermano de Jesús, [llamado Cristo] y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados".
(Antigüedades judías, 20:9:1).
Esta cita ayuda a datar la muerte de Santiago, hermano de Jesús, en el año 62. El texto del capítulo 20 es filológica e historiográficamente más consistente que el testimonio flaviano. Coincide formalmente con el estilo de Josefo, y parece poco probable una interpolación cristiana por la falta de énfasis hagiográfico.
De este segundo texto se discute si es una interpolación el texto entre corchetes, aunque, siguiendo al profesor Antonio Piñero, la mayoría de los historiadores y filólogos se inclinan por su autenticidad porque Josefo cita en su libro a muchos personajes de nombre Jesús y no parece extraño que añadiese algo al nombre para distinguirlo.

En otro pasaje (Antigüedades judías 18:5:2) se hace referencia a la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes, pero sin mencionar su relación con Jesús.
Se supone que este párrafo ha sido interpolado, probablemente por un lector cristiano que añadió al manuscrito original una nota marginal, incorporada luego en el texto. La suposición se basa sobre todo en la observación de que el pasaje interrumpe el relato, que prosigue en el párrafo siguiente, y que la caracterización de Jesús está redactada en términos que sólo pudo haber empleado un cristiano (especialmente por la afirmación de que Jesús era el Mesías, algo que no pudo decir nunca Josefo, quien siempre se mantuvo en la fe judía). Pero en 1972 el profesor Schlomo Pines, de la Universidad Hebrea en Jerusalén, anunció su descubrimiento de un manuscrito árabe del historiador melquita Agapio, del siglo décimo, en el que el pasaje de Josefo queda expresado de una manera apropiada para un judío, y que se corresponde de una forma tan estrecha a las anteriores proyecciones hechas por eruditos acerca de lo que Josefo habría escrito originalmente. El texto de Agapio es el siguiente:
En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas”.
(Agapio. Siglo X).
PARA AMPLIAR:

PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
Para quien no quiera creer no le bastarán millones de pruebas científicas, por supuesto tampoco este artículo y las propuestas "para ampliar", y quien ya cree en Jesucristo no necesita este escrito ni ningún otro.
Sea como fuere, ofrecemos aquí este artículo -y otros que vendrán más tarde- para aportar al menos cuestiones más que interesantes que nos pueden acercar un poco más al conocimiento del "Jesús histórico".
  • ¿En qué te ha servido este artículo?.
  • ¿Qué razones puede haber en la obsesión de algunos por negar la historicidad de Jesús de Nazaret?.
  • ¿Qué razones hallamos también para mantener siempre el diálogo con todos -creyentes y no creyentes- y la búsqueda del conocimiento de Jesús?.

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