La palabra “España” como tal aparece
recogida dos únicas veces en todo el Nuevo Testamento, menciones
que le debemos a San Pablo en su Carta a los Romanos y
a las que ya hemos tenido ocasión de referirnos en alguna ocasión (pinche aquí si desea rememorarlo). Pero con
ser las únicas delNuevo Testamento, (que, por cierto, no contiene
referencia alguna a Francia, Alemania o Inglaterra, por poner sólo unos
ejemplos) no son, sin embargo, las únicas que recoge la Biblia, en
cuyo Antiguo Testamento, se asocian a España todas las
menciones que realiza al lugar llamado “Tarsis”, asimilado a
los efectos a Tartessos.
El gran teólogo y exégeta Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) hace suya la tesis cuando en su libro “La infancia de Jesús”, hablando de los Magos de Oriente, afirma aquello de “la promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo occidente (Tarsis-Tartessos en España)” (op. cit. pág.102).
La primera referencia bíblica a Tarsis la recoge el Génesis, donde uno de los nietos de Jafet, hijo tercero de Noé, el que en términos bíblicos poblará las tierras de Europa, se llama precisamente así, Tarsis:
El gran teólogo y exégeta Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) hace suya la tesis cuando en su libro “La infancia de Jesús”, hablando de los Magos de Oriente, afirma aquello de “la promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo occidente (Tarsis-Tartessos en España)” (op. cit. pág.102).
La primera referencia bíblica a Tarsis la recoge el Génesis, donde uno de los nietos de Jafet, hijo tercero de Noé, el que en términos bíblicos poblará las tierras de Europa, se llama precisamente así, Tarsis:
“Hijos de Jafet: Gómer, Magog, los medos,
Yaván, Túbal, Mésec y Tirás. Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat, Togarmá. Hijos de
Yaván: Elisá, Tarsis, los queteos y los rodenses” (Gn. 10, 2-4).
El Libro de los Reyes nos explica de dónde traía Salomón el
mucho oro, la plata, el marfil, los monos y los pavos reales que adornaban sus
palacios:
“Todas las copas para bebidas del rey Salomón
eran de oro y toda la vajilla de la casa ‘Bosque del Líbano’ era de oro puro;
en tiempos del rey Salomón, la plata no se estimaba en nada, porque el rey
tenía una flota de Tarsis en el mar, junto con la de Jirán, y cada tres años
venía la flota de Tarsis [España], trayendo oro, plata, marfil, monos y
pavos reales” (1Re. 10, 21-22).
Intenso, muy intenso siguió siendo el comercio y el contacto con España en
tiempos de su descendiente, el rey Josafat, que lo fue de Judá
entre los años 870 a.C. y 848 a.C.. Así nos lo relata el Libro de
los Reyes:
“Josafat construyó una flota de Tarsis [España] para ir a Ofir por oro, pero no fue, porque la flota
naufragó en Esión Guéber” (1Re. 22, 48).
Y así el de las Crónicas:
“Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías,
rey de Israel, que le impulsó a hacer el mal. Se asoció con él para construir
naves que fueran a Tarsis; y fabricaron las naves en Esión Guéber. Entonces
Eliezer, hijo de Dodaías, de Maresá, profetizó contra Josafat diciendo: ‘Por
haberte aliado con Ocozías, Yahvé ha abierto brecha en tus obras’. En efecto, las
naves se destrozaron y no pudieron ir a Tarsis” (2 Cr. 20,
35-36).
Miren de dónde viene la plata según Jeremías:
“¿Quién no te temerá, Rey de
las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las
naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú. Todos a la par son
estúpidos y necios: lección de madera la que dan los ídolos. Plata laminada, de
Tarsis importada, y oro de Ofir” (Jr. 10, 7-9).
Para Ezequiel, no sólo plata viene de España:
“Tarsis [España] era
cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo
daba por tus mercancías” (Ez. 27, 12).
Unos barcos cargados de tesoros españoles a los que también se refiere el
profetaIsaías:
“Pues será aquel día de Yahvé Sebaot para
toda depresión, que será enaltecida, y para todo lo levantado, que será
rebajado; contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas las
encinas de Basán, contra todos los montes altos, contra todos los cerros
elevados, contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible, contra
todas las naves de Tarsis [España],
contra todos los barcos cargados de tesoros” (Is. 2, 12-16).
Y otra vez:
“Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en cabeza, para traer a
tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, por el nombre de Yahvé tu Dios
y por el Santo de Israel, que te hermosea” (Is. 60, 9)
Texto en el que incluso, cabe ver, si se desea, una evocadora profecía referida
al descubrimiento de América (pinche aquí si le interesa el tema).
Las referencias a España son también frecuentes en los Salmos, que
una vez más, se refieren a los navíos que provienen de ella, tal cual se hace,
por ejemplo, en el Salmo 48:
“De pronto los reyes se alían, irrumpen todos
a una; apenas lo ven, estupefactos, aterrados, huyen en tropel. Allí un
temblor los invadió, espasmos como de parturienta, como el viento del
este que destroza los navíos de Tarsis [España]” (Sl. 48, 6-8).
O en el Salmo 72, en el que se hace la que puede ser
interpretada como una hermosa referencia a Europa enmarcada entre las
islas (las islas que constituyen la tierra europea más cercana desde Israel,
léase Chipre, Rodas, Creta), y los confines del continente, el finis
terrae, precisamente España, postrados todos ante Dios:
“Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos
morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo”. (Sl. 72, 9-10).
En el precioso y sensual Cantar de los Cantares, al describir a su
amado, no olvida la novia hacer una nueva -y preciosa- referencia a España:
“Mi amado es moreno claro, distinguido entre
diez mil. Su cabeza es oro, oro puro; sus guedejas, racimos de palmera, negras
como el cuervo. Sus ojos como palomas a la vera del arroyo, que se bañan
en leche, posadas junto al estanque. Sus mejillas, eras de balsameras, macizos
de perfumes. Sus labios son lirios con mirra que fluye. Sus manos, torneadas en
oro, engastadas de piedras de Tarsis [España]” (Cant. 5, 10-14).
Hasta el profeta Jonás quiso emprender viaje a nuestra tierra,
aunque por desgracia para él, no pudo conseguirlo:
“Jonás se preparó para huir a Tarsis, lejos
de Yahvé. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó su
pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yahvé. Pero Yahvé
desencadenó un viento tempestuoso sobre el mar, y se desencadenó una borrasca
tan violenta que el barco amenazaba naufragar” (Jonás
1, 1-4).
No sólo bajo la forma de Tarsis se refiere la Biblia a España,
sino que lo hace también con el nombre con el que luego será conocida
universalmente entre los judíos,“Sefarad”, aunque sólo hayamos
encontrado una única referencia del tipo: la que hace el profeta Abdías,
por cierto, tan reveladora de lo que luego será la gran diáspora judía por el
mundo:
“La multitud de los deportados de Israel ocupará Canaán hasta Sarepta, y los
deportados de Jerusalén que están en Sefarad [España] ocuparán las ciudades del Negueb” (Abd. 1, 20).
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