sábado, 11 de abril de 2020

Parábola del hormiguero


Erase una vez un niño que salió a dar un paseo por el campo, y vio a muchas hormiguitas que iban y venían por el camino. El niño veía también que la gente pasaba sin fijarse en ellas y las pisaba: unas quedaban heridas, otras cojas, otras ciegas, otras se morían, otras tenían miedo y se escondían.

Aquel niño se puso a pensar:
- ¿Qué puedo hacer yo por estas hormiguitas para que no las pise la gente que pasa, y no sufran tanto?.
Ya sé lo que voy a hacer: Voy a hacer un hormiguero grande donde haya muchas hormigas y sean muy felices.
Plantó un jardín donde había árboles con flores de muchas clases.
Hizo un cierre alrededor para proteger el jardín. Allí en el medio puso un árbol muy frondoso que daba sombra en verano, en invierno protegía de la lluvia y daba un delicioso néctar para alimentar a las hormigas. Al lado del árbol puso una fuente muy limpia para que pudiesen beber agua los días de calor. Después buscó miles de pajitas para el nido; luego fue reuniendo a las hormigas colocándolas en el nido, debajo del árbol del medio del jardín.
Allí en la tierra, debajo del árbol, hizo cuevas para dormir las hormigas, y nidos pequeños para que pusieran sus huevos y nacieran cada vez más hormigas.

Así preparado todo escogió unas cuantas hormigas para se preocupasen de todas las demás hormigas, especialmente de las más débiles, enfermas y pequeñitas, porque eran las que más lo necesitaban y más le preocupaban al niño bueno.
Ellas se sentían muy felices porque era un nido maravilloso. Nunca habían estado en otro igual. Empezaron a trabajar y casi no cansaban porque todo estaba allí cerca. Cada día era más grande el hormiguero: bebían el agua de la fuente, subían al árbol y chupaban el néctar de las flores, hacían cuevas nuevas, buscaban más pajitas, hacían juegos entre ellas cuando terminaban el trabajo e invitaban a otras muchas hormigas para que viniesen para el nido y estar todas juntas ayudándose unas a otras. Cada día se sentían más felices. El niño viendo que todo iba bien se volvió a su casa muy satisfecho de lo que había hecho.

Siguieron así las cosas durante algún tiempo, pero un día surgió cierta discusión entre algunas hormigas, que eran envidiosas y no se hablaban con las demás, por lo que un día pasó por allí cierto niño que no era tan bueno. Vio el cierre, le entró curiosidad y se dijo:
- "¿Qué es aquello?”  y se acercó a mirar. Quiso verlo más de cerca: saltó el cierre y se acercó al hormiguero. Notó que algunas hormigas estaban enfadadas y no se hablaban y sintió rabia contra ellas. Cortó un palo del cierre, lo metió en el hormiguero, revolvió las pajas, pisó los huevos, dio palos a las hormigas, deshizo las cuevas, dobló el árbol de las flores, cegó la fuente con tierra. Y se marchó. Luego vino viento y dispersó las pajas por todo el jardín.

Las hormigas estaban tristes, revueltas, afligidas, desorientadas, no sabían qué hacer, iban de un lado para otro sin rumbo. Unas enfermas, otras hambrientas, otras ciegas, otras cojas, las pequeñitas sin atender; sin cuevas, al frío; sin néctar, con hambre; sin huevos, sin sombra, sin agua...
¡Qué triste estaba todo!.
- ¿Vendrá alguien, se decían, a curarnos?. ¿Vendrá alguien a atendernos? ¿Nos ayudará alguien a hacer el nido otra vez?.

Estando así las cosas volvió aquel niño bueno a ver el hormiguero. Al llegar y asomarse por encima del cierre y ver todo aquello estropeado, que él había preparado con tanto cariño, sintió mucha pena al ver tanta desolación: las hormigas tan tristes y enfermas: unas cojas, otras ciegas, otras sin manos, otras ya muertas, las pequeñas llorando de hambre y frío. ¡Estaba todo aquello tan mal!.
Saltó el cierre. Se acercó al nido: las hormigas afligidas, el árbol roto, la fuente cegada,
...¡Qué pena!.
- ¿Qué podré hacer yo, se dijo, para volver a ordenar todo esto y que las hormigas sean otra vez felices?. ¡Pobres hormigas!.
Entonces empezó a llamarlas:
- “venid, hormiguitas, venid, que vamos a recoger las pajitas, levantaremos el árbol, limpiaremos la fuente, haremos otras cuevas, ¡Venid pronto!.
¡Venid, venid..!. ¡Acercaros todas las que estáis cojas y enfermas: yo os voy a curar!”.

Pero las hormigas no le entendían nada. Cada una iba por su lado. Por más que las llamaba no lo escuchaban; cada vez era mayor la confusión, el sufrimiento, el desorden, la tristeza. Ninguna le hacía caso. El niño bueno ya no sabía qué hacer.
Entonces, viendo que no le hacían caso, que no lo entendían se puso a pensar:
- ¿Qué haré yo para que estas hormigas me escuchen, me hagan caso, me oigan, me obedezcan y sean de nuevo felices? .
Y se quedó pensando, pensando...
- Ah!, Ya sé lo que tengo que a hacer.¡VOY A HACERME HORMIGA!. Sin dejar de ser niño voy a ser también hormiga. Así hablaré COMO ELLAS HABLAN, comeré COMO ELLAS COMEN, dormiré COMO ELLAS DUERMEN, trabajaré COMO ELLAS TRABAJAN: así entenderán bien, me harán caso, me obedecerán, escucharán mi voz, y las acompañaré hasta que vuelvan a ser felices...

Y EL NIÑO SE CONVIRTIÓ EN HORMIGA. El niño bueno además de ser niño era también hormiga: tenía los mismos ojos que las hormigas, las mismas manos que las hormigas, los mismos pies, la misma voz que las hormigas. Miraba como ellas, comía como ellas, trabajaba como ellas, hablaba como ellas, dormía como ellas. Si ellas tenían frío también él lo tenía, si tenían calor también él lo tenía, si cansaban también él cansaba, si descansaban también él descansaba.

El niño bueno convertido en hormiga, empezó a llamar las hormigas:
- “Hormiguitas, venid, venid, vamos a arreglar todo el nido, vamos a curar a las enfermas, vamos a dar de comer a las hambrientas, vamos a levantar el rosal, vamos a limpiar la fuente, vamos a cuidar las pequeñitas.
Todos juntos, hicieron las cuevas otra vez, limpiaron la fuente, levantaron el árbol caído. El niño bueno hecho hormiga curaba a las heridas, reunía a las dispersas, hacía la comida a las que estaban cansadas, sanaba a las enfermas, alimentaba a las débiles, consolaba a las tristes, incluso devolvía la vida a las que habían muerto.
(Aportación de Faustino Vilabrille: faustino@faustinovilabrille.es)

PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Qué protagonistas tiene este relato?. ¿Quién de todos ellos es el principal y en que notamos que sea así?.
  • ¿Cómo se desarrolla toda la trama de principio a final?. Explícalo en breves ideas.
  • ¿A quién y qué nos recuerda esta "parábola"?.
  • ¿A quién representa el niño?, ¿y esas primeras hormigas que él escoge para ayudar al resto de las hormigas?.
  • ¿Quién puede ser ese personaje que viendo las peleas entre hormigas destroza aún más el espacio en el que ellas vivían?.
  • ¿Por qué al final el niño, sin dejar de ser niño, decide vivir entre las hormigas y hacerse una de ellas?.
  • ¿Qué nos ha enseñado esta "parábola del hormiguero"?.
Las respuestas mandarlas al correo electrónico nuestrocole1983@gmail.com anotando en esas respuestas:
- Nombre y apellidos del alumno/a.
- Curso que realiza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario