Erase una vez
un niño que salió a dar un paseo por el campo, y vio a muchas hormiguitas que
iban y venían por el camino. El niño veía también que la gente pasaba sin
fijarse en ellas y las pisaba: unas quedaban heridas, otras cojas, otras
ciegas, otras se morían, otras tenían miedo y se escondían.
Aquel niño se
puso a pensar:
- ¿Qué puedo hacer yo por estas hormiguitas para que no las pise
la gente que pasa, y no sufran tanto?.
Ya sé lo que
voy a hacer: Voy a hacer
un hormiguero grande donde haya muchas hormigas y sean muy felices.
Plantó un
jardín donde había árboles con flores de muchas clases.
Hizo un cierre
alrededor para proteger el jardín. Allí en el medio puso un árbol muy frondoso
que daba sombra en verano, en invierno protegía de la lluvia y daba un
delicioso néctar para alimentar a las hormigas. Al lado del árbol puso una
fuente muy limpia para que pudiesen beber agua los días de calor. Después buscó
miles de pajitas para el nido; luego fue reuniendo a las hormigas colocándolas
en el nido, debajo del árbol del medio del jardín.
Allí en la tierra, debajo
del árbol, hizo cuevas para dormir las hormigas, y nidos pequeños para que
pusieran sus huevos y nacieran cada vez más hormigas.
Así preparado
todo escogió unas cuantas hormigas para se preocupasen de todas las demás
hormigas, especialmente de las más débiles, enfermas y pequeñitas, porque eran
las que más lo necesitaban y más le preocupaban al niño bueno.
Ellas se
sentían muy felices porque era un nido maravilloso. Nunca habían estado en otro
igual. Empezaron a trabajar y casi no cansaban porque todo estaba allí cerca.
Cada día era más grande el hormiguero: bebían el agua de la fuente, subían al
árbol y chupaban el néctar de las flores, hacían cuevas nuevas, buscaban más
pajitas, hacían juegos entre ellas cuando terminaban el trabajo e invitaban a
otras muchas hormigas para que viniesen para el nido y estar todas juntas
ayudándose unas a otras. Cada día se sentían más felices. El niño viendo que todo
iba bien se volvió a su casa muy satisfecho de lo que había hecho.
Siguieron así
las cosas durante algún tiempo, pero un día surgió cierta discusión entre
algunas hormigas, que eran envidiosas y no se hablaban con las demás, por lo
que un día pasó por allí cierto niño que no era tan bueno. Vio el cierre, le
entró curiosidad y se dijo:
- "¿Qué es aquello?” y se acercó a mirar. Quiso
verlo más de cerca: saltó el cierre y se acercó al hormiguero. Notó que algunas
hormigas estaban enfadadas y no se hablaban y sintió rabia contra ellas. Cortó
un palo del cierre, lo metió en el hormiguero, revolvió las pajas, pisó los
huevos, dio palos a las hormigas, deshizo las cuevas, dobló el árbol de las
flores, cegó la fuente con tierra. Y se marchó. Luego vino viento y dispersó
las pajas por todo el jardín.
Las hormigas
estaban tristes, revueltas, afligidas, desorientadas, no sabían qué hacer, iban
de un lado para otro sin rumbo. Unas enfermas, otras hambrientas, otras ciegas,
otras cojas, las pequeñitas sin atender; sin cuevas, al frío; sin néctar, con
hambre; sin huevos, sin sombra, sin agua...
¡Qué triste
estaba todo!.
- ¿Vendrá
alguien, se decían, a curarnos?. ¿Vendrá alguien a atendernos? ¿Nos ayudará
alguien a hacer el nido otra vez?.
Estando así
las cosas volvió aquel niño bueno a ver el hormiguero. Al llegar y asomarse por
encima del cierre y ver todo aquello estropeado, que él había preparado con
tanto cariño, sintió mucha pena al ver tanta desolación: las hormigas tan
tristes y enfermas: unas cojas, otras ciegas, otras sin manos, otras ya
muertas, las pequeñas llorando de hambre y frío. ¡Estaba todo aquello tan mal!.
Saltó el
cierre. Se acercó al nido: las hormigas afligidas, el árbol roto, la fuente
cegada,
...¡Qué pena!.
- ¿Qué podré
hacer yo, se dijo, para volver a ordenar todo esto y que las hormigas sean otra
vez felices?. ¡Pobres hormigas!.
Entonces
empezó a llamarlas:
- “venid, hormiguitas, venid, que vamos a recoger las
pajitas, levantaremos el árbol, limpiaremos la fuente, haremos otras
cuevas, ¡Venid pronto!.
¡Venid,
venid..!. ¡Acercaros todas las que estáis cojas y enfermas: yo os voy a curar!”.
Pero las
hormigas no le entendían nada. Cada una iba por su lado. Por más que las
llamaba no lo escuchaban; cada vez era mayor la confusión, el sufrimiento, el
desorden, la tristeza. Ninguna le hacía caso. El niño bueno ya no sabía qué
hacer.
Entonces,
viendo que no le hacían caso, que no lo entendían se puso a pensar:
- ¿Qué haré yo
para que estas hormigas me escuchen, me hagan caso, me oigan, me obedezcan y
sean de nuevo felices? .
Y se quedó pensando, pensando...
- Ah!, Ya sé lo
que tengo que a hacer.¡VOY A HACERME HORMIGA!. Sin dejar de ser niño voy a ser
también hormiga. Así hablaré COMO ELLAS HABLAN, comeré COMO ELLAS COMEN,
dormiré COMO ELLAS DUERMEN, trabajaré COMO ELLAS TRABAJAN: así entenderán bien,
me harán caso, me obedecerán, escucharán mi voz, y las acompañaré hasta que
vuelvan a ser felices...
Y EL NIÑO SE
CONVIRTIÓ EN HORMIGA. El niño bueno además de ser niño era también hormiga:
tenía los mismos ojos que las hormigas, las mismas manos que las hormigas, los
mismos pies, la misma voz que las hormigas. Miraba como ellas, comía como
ellas, trabajaba como ellas, hablaba como ellas, dormía como ellas. Si ellas
tenían frío también él lo tenía, si tenían calor también él lo tenía, si
cansaban también él cansaba, si descansaban también él descansaba.
El niño bueno
convertido en hormiga, empezó a llamar las hormigas:
- “Hormiguitas, venid,
venid, vamos a arreglar todo el nido, vamos a curar a las enfermas, vamos a dar
de comer a las hambrientas, vamos a levantar el rosal, vamos a limpiar la
fuente, vamos a cuidar las pequeñitas.
Todos juntos, hicieron las cuevas otra vez,
limpiaron la fuente, levantaron el árbol caído. El niño bueno hecho hormiga
curaba a las heridas, reunía a las dispersas, hacía la comida a las que estaban
cansadas, sanaba a las enfermas, alimentaba a las débiles, consolaba a las
tristes, incluso devolvía la vida a las que habían muerto.
(Aportación de Faustino Vilabrille: faustino@faustinovilabrille.es)
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
- ¿Qué protagonistas tiene este relato?. ¿Quién de todos ellos es el principal y en que notamos que sea así?.
- ¿Cómo se desarrolla toda la trama de principio a final?. Explícalo en breves ideas.
- ¿A quién y qué nos recuerda esta "parábola"?.
- ¿A quién representa el niño?, ¿y esas primeras hormigas que él escoge para ayudar al resto de las hormigas?.
- ¿Quién puede ser ese personaje que viendo las peleas entre hormigas destroza aún más el espacio en el que ellas vivían?.
- ¿Por qué al final el niño, sin dejar de ser niño, decide vivir entre las hormigas y hacerse una de ellas?.
- ¿Qué nos ha enseñado esta "parábola del hormiguero"?.
- Nombre y apellidos del alumno/a.
- Curso que realiza.
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