Arqueólogos
muestran sus hallazgos en el cementerio filisteo de Ashkelón de hace 3.000
años, el único cementerio filisteo estudiado hasta el momento.
Los
filisteos son bien conocidos por los lectores de la Biblia por ser durante
siglos los enemigos tradicionales del pueblo de Israel. Desde sus ciudades
amuralladas en la costa intentaban extender su dominio sobre los israelitas que
vivían en el interior, y fueron un peligro constante hasta que el Rey David
acabó con su poderío.
En la
Biblia hay diversas escenas en las que mueren filisteos en grandes cantidades:
por ejemplo, Sansón mató a mil usando como arma el hueso de la mandíbula
inferior de un burro (aunque no todos el mismo día) y dice el texto que en el
día de su muerte al derrumbar las columnas bajo las que celebraban una fiesta
mató más que en toda su vida. Sin embargo, los arqueólogos no habían encontrado
un cementerio filisteo hasta ahora, y no sabían nada de sus costumbres
funerarias.
Esto ha
cambiado ahora al encontrarse y excavarse con detenimiento el lugar de
enterramiento de Askhelón, con más de 200 cuerpos hallados, datado hace unos
3.000 años (hacia la época del Rey David).
Dos
años de excavaciones.
Fue
localizado en 2013 en la ciudad costera de Ashkelón, pero sus resultados
empiezan a salir ahora a la luz después de dos años de excavaciones en el
lugar, un yacimiento investigado en su conjunto desde hace tres décadas,
explica una nota de la agencia Efe.
«No se
había encontrado antes un ejemplo sistemático que reflejara lo que pensaban los
filisteos acerca de la muerte y cómo trataban a sus muertos. Realmente podemos
anunciar que hemos localizado el primer cementerio filisteo», explicó en una rueda de prensa Daniel Master, profesor del Wheaton College y
responsable de la excavación desde 2007.
El
descubrimiento sin precedentes permitirá a los arqueólogos no sólo estudiar las
prácticas de enterramiento de este pueblo por primera vez, sino también conocer
mejor las características y costumbres que lo diferenciaban de sus coetáneos e
indagar en sus orígenes.
El
camposanto, datado entre los siglos XI y VIII a.C., podría apoyar la teoría de
que los filisteos migraron a las costas del antiguo Israel desde una región
situada al oeste, probablemente el mar Egeo, alrededor del siglo XII a.C.
Hasta
hoy, excavaciones realizadas en Ashdod, Ekron, Ashkelón, Gath (ciudad del
mítico Goliat) o Gaza -las cinco urbes importantes de este pueblo- han revelado
cómo eran culturalmente y cómo se diferenciaban de los pueblos cananeos e
israelitas, que los consideraban sus «archienemigos», constata Master.
«Hemos
tratado de comprender su desarrollo temprano en el siglo XIV a.C., cuando
llegaron por primera vez a Ashkelón. Hemos desenterrado sus casas, sus redes
comerciales y todos los aspectos de su cultura, pero la parte más emocionante
ha sido el cementerio», explica el arqueólogo.
La
importancia del cementerio radica en su gran tamaño y en que estaba
directamente conectado con una de las grandes y conocidas ciudades filisteas,
Ashkelón, que era además su principal puerto marítimo.
Hasta
la fecha se han encontrado los restos bien conservados de 210 individuos
enterrados, «lo que permite hablar del grupo como población».
Enterramientos
distintos a los hebreos.
Sus
cuerpos aparecieron en tumbas o nichos comunes y algunos de ellos fueron
sepultados con objetos como joyas, pequeñas vasijas de aceite, flechas o
brazaletes.
Con
todo, en las tumbas no se hallaron inscripciones, «algo extremadamente raro», a
decir del investigador.
«Pero
sí señales simbólicas u ostracones (trozos de cerámica sobre los que se
escribía) que representan el lenguaje filisteo temprano», apostilla.
Las
inscripciones halladas son de un período más tardío y similares a otras del
reino de Judea («podían ser leídas por una persona de Jerusalén»), lo que
sugiere que los filisteos también asimilaron las culturas circundantes.
Pero
sus prácticas de enterramiento no se asemejaban a la de los pueblos canaanitas
en la Edad de Bronce o de la Judea de la Edad de Hierro, que eran primero
sepultados en fosas centrales para luego almacenar los huesos secos en nichos
que se colocaban en una cámara.
Los
filisteos enterraban a sus muertos principalmente en pozos excavados para cada
individuo: hombre o mujer, adulto o niño. Posteriormente otros muertos eran
colocados en el mismo hueco, separados por estratos y cada uno de ellos con sus
propios bienes.
El
estudio del ADN de los huesos encontrados ayudará a definir los orígenes de
este pueblo, así como las enfermedades que padecían o sus hábitos.
«Lo que
presentamos aquí (en el Museo Arqueológico Rockefeller) son casi 600 años de
descubrimientos», señaló James Snyder, director del Museo de Israel, custodio
del Rockefeller, y concluye que aunque era una ciudad más bien pequeña,
Ashkelón era «una especie de puerta de acceso entre el Mediterráneo y Oriente
Medio».
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