martes, 9 de octubre de 2012

¿Se puede ver a Dios?

Hace unos días, hablando de Dios y de las formas de "comunicarnos con Él", tras una serie de comentarios de varios niños que respondían plenamente a lo que les estaba planteando, un niño cercano a mi mesa -de improviso y cortando aquel diálogo casi en seco- dijo:
- "Yo quiero ver a Dios, profe,  yo quiero verle, todas las noches se lo pido".
Se hizo el silencio en el aula: todos aquellos niños y niñas de 4º de Primaria captaron perfectamente aquella súplica y deseo enorme expresado con aquella decisión y... esperaron con ansia mi respuesta.

Como vi en la mirada de todo el alumnado la misma cuestión de la que se contagiaron todos... me fui  a donde estaban las biblias, cogí una y busqué el texto de 1ª de Juan 4, 8 y se lo leí a todos: "Dios es amor".
Y pregunté a todos:
- "¿Quieren ustedes ver a Dios?". Lo pregunté como si tuviese con toda seguridad la cualidad de hacerlo visible en un periquete; así que la respuesta unánime no se hizo esperar:
- "¡¡Síiii!!, Santi, ¡queremos ver a Dios!".
Volví a coger la Biblia y esa vez me fui al relato de la Creación del ser humano y leí con énfasis la frase que dice: "Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza".
Seguían sin entender -yo tampoco explicaba nada- pero escribí en la pizarra las dos frases: la de Juan y la del Génesis y luego les pregunté:
- "¿Qué somos nosotros, según dice el libro del Génesis?.".
- "Imagen y semejanza de Dios, profe, nos parecemos a Él".
- "Y... ¿cómo es Dios?, según dice Juan".
- "Dios es amor, ¿no?".
- "Y si Dios es amor y nosotros somos a su imagen y semejanza ¿en qué nos asemejamos a ÉL?".
Aparte de otras respuestas (siempre hay de todo) una niña dijo:
- "En que... ¿somos amor?".
- "En que somos amor,  efectivamente, así que cada vez que ustedes vean una muestra de amor... allí se está haciendo presente Dios, allí está Dios y todos le podemos ver en quien es amor con los demás".
...
El diálogo continuó siguiendo este hilo hablando de ejemplos muy concretos en la casa, en la escuela,  en la calle,... y finalmente concluímos con el tema de la "comunicación con Dios". Lo llamativo del hecho fue esa pasión que los niños y niñas ponían en la expresión de su deseo de "ver a Dios".
He de confesar que también he deseado con todas mis fuerzas verle en el sentido en que quieren decir los niños; ellos se referían a ver a Dios materialmente, como una persona más, físicamente Él mismo, sin mediaciones,... pero los años pasaron para mí sin entender siquiera esto que los niños escucharon en el aula (no tuve esa ocasión pero pude llegar a esta comprensión al cabo de unos cuantos años); más bien necesité ir haciendo limpieza de "falsas imágenes de Dios" basadas en el MIEDO, en la contemplación de un Dios terrible que me vigilaba a todas horas y nada se escapaba a su vista, que guardaba cuentas de todas mis travesuras y malas acciones fruto de mi falta de consciencia que eran auténticos pecados casi imborrables.
Tuve la suerte de encontrarme con personas cuya experiencia de Dios y vida interior me impactaron de tal manera que tomé a pies juntillas sus orientaciones, pude confrontar todos mis miedos y concepciones acerca de Dios y... "des-cubrir" su rostro.
...
Mi conclusión, como profesor de Religión y como padre de mis hijos:
Necesitamos aprender de los niños a ser atrevidos, a desear con intensidad ver a Dios, a encontrarnos con Él. Lo vi claramente en sus miradas, en el brillo de sus ojos mientras escuchaban lo que les leía de la Biblia y traté de comunicarles.
Necesitamos su desparpajo y el ejemplo de sus corazones abiertos al Dios que ES como realmente ES... y que los adultos estamos redescubriendo todavía (para los niños eso es mucho más sencillo) y una vez vueltos a Él... que actuemos en consecuencia y SEAMOS AMOR PARA CON NOSOTROS MISMOS, PARA NUESTROS SEMEJANTES que son toda la humanidad y la Creación entera Y PARA CON DIOS.
No hay mejor enseñanza, no hay mayor herencia que podamos dejar a nuestros hijos que ésta.

1 comentario:

  1. Me ha commovido leer la experiencia en el aula. El niño que lanza su deseo es leal con el anhelo infinito de su corazón. Estamos hechos para el infinito y sólo la sencillez del niño la puede reconocer. Ya nos lo advirtió Jesús que la sencillez de corazón es la única condición para reconocerle en la realidad cotidiana. Gracias.

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